El fracking a debate. Artículo publicado por el diario La Verdad de Murcia ayer domingo 20 de mayo con el título "jugando a la ruleta rusa" en la sección de opinión, página 31
“Fracking” es como
“repelar” el gas y el petróleo que queda en las rocas, bien porque “la
molla” ya se extrajo o bien porque nunca se llegó a acumular allí. Para
ello hay que romper. Se perforan pozos en forma de “L” y en el tramo
horizontal se colocan explosivos para fracturarla. Luego, se inyecta
agua a alta presión con arena y aditivos tóxicos. La mezcla penetra por
esas fisuras y libera las burbujas de gas.
Posteriormente, se
extrae ese líquido mezclado con el gas y se acumula en balsas para
reutilizarlo. Bueno, todo el líquido no, pues apenas se recupera entre
el 20 y el 50%, el resto se queda por ahí abajo, entre los 2.000 metros
de profundidad y la superficie. Esto significa, según los datos de un
reciente informe del Parlamento Europeo, que cada pozo puede perder en
el subsuelo no menos de 10 toneladas de aditivos que son claramente
tóxicos para la salud humana.
Por si esto fuera
poco, el fluido de inyección no sube solo con el gas, pues puede extraer
también pequeñas cantidades de arsénico, mercurio, plomo y elementos
radiactivos como el uranio, torio, radio y gas radón (222Rn).
El proceso descrito
se puede repetir varias veces en el mismo sondeo y las explosiones para
fracturar, producen terremotos hasta de grado 3 en la escala Richter
(los de Lorca de hace dos años fueron de entre 4 y 5).
A nadie le
extrañará que con tanto traqueteo, parte del gas y del líquido que lo
acompaña se escapen por fallas hasta adentrarse en los acuíferos que se
encuentren a su paso, y desde allí seguir ascendiendo hasta los lechos
de los ríos. En EEUU, donde esta técnica lleva décadas utilizándose, la
inmensa mayoría de las reclamaciones son por contaminación de pozos y
sus jueces ya han condenado a distintas empresas por contaminar con gas
metano las aguas subterráneas. En las zonas rurales se han dado casos de
salir llamaradas del grifo de la cocina al acercar un mechero e incluso
llegar a explotar la propia vivienda.
Ya en superficie,
la depuración del efluente sobrante es muy costosa. Hay que trasladarlo a
vertederos muy alejados de las perforaciones y siempre está la
tentación de arrojarlo a los cauces. También en EEUU son muchas ya las
sanciones por contaminar así ríos, arroyos y humedales.
Y todos estos
riesgos, sin que se sepa todavía si el Fracking es rentable en Europa.
La Resolución del Parlamento Europeo del 21 de noviembre pasado, explica
exhaustivamente estos y otros peligros del gas esquisto y recomienda
mucha prudencia. Países como Francia y Bulgaria, gobiernos regionales
como los de Renania del Norte-Wesfalia en Alemania, Friburgo en Suiza,
Quebec en Canadá, Nueva Gales del Sur en Australia y cuatro estados de
EEUU, tienen en vigor una prohibición o aplican una moratoria sobre el
“Fracking”.
En Murcia bebemos y
regamos con agua subterránea, pues el 60 del caudal del río Segura
procede de manantiales que se nutren de la lluvia infiltrada en las
rocas calizas de las montañas, unos 600 hectómetros cúbicos al año.
Además, otros 500 viajan por conductos subterráneos más profundos y se
trasfieren a otras cuencas o se pierden en el mar. Pero aún hay más.
Esas calizas guardan “un patrimonio oculto” de unos 50.000 hectómetros
cúbicos en embalases subterráneos casi “vírgenes”.
Nuestras aguas
subterráneas son nuestro mayor tesoro, aunque todavía no lo sepamos. Nos
las esconden en informes “pseudocientíficos” y en “cortinas de humo”
como esta del Fracking, o la de los “trasvases imposibles”, o la de las
desaladoras que ahora quieren que paguemos entre todos. Deberíamos
potenciar con esas aguas la industria hortofrutícola, que es puntera en
Europa y que no deja de crecer a pesar de la crisis, y también la
industria en general. Rescatemos aquellos informes del Plan Nacional de
Investigación de Aguas Subterráneas (PIAS) de los años 70, donde se
definieron los cinco acuíferos superpuestos que tenemos en los 2.000
primeros metros de profundidad en casi toda la mitad norte de la cuenca
del Segura.
Este es otro modelo
de desarrollo. Está basado en el sol, en nuestra agua, en la excelencia
de nuestros productos y en el cuidado del medioambiente, que podemos
explorar nosotros, o esperar a que lo hagan nuestros hijos. Pero si
contaminamos nuestros embalses subterráneos con vertidos tóxicos, sus
aguas serán inservibles. En ese caso, ya no solo estaríamos jugando con
nuestro futuro, sería como jugar a la ruleta rusa apuntando a nuestros
hijos.
Fuente: WWWW.FRANCISCOTURRION.COM
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